Me gustaría empezar este escrito haciendo una defensa de la actual guía Michelín. Esta se vende como guía turística y no cómo guía arquitectónica. Por lo cual, entiendo que esta conceda mayor importancia o mayor número de estrellas a los iconos de una ciudad y no a sus edificios más eficientes, innovadores o creativos. Por ejemplo, no le puedo pedir a una guía de restaurantes que me señale donde se encuentra el mejor pan ya que, aunque en los restaurantes se sirve pan, la guía no tiene ese propósito.
Una vez dicho esto, para mi guía arquitectónica me basaría en tres criterios fundamentales para mí:
- Singularidad o unicidad. La capacidad de un edificio para ser único es algo a tener en cuenta, sólo existe una Alhambra pero torres de vidrio podemos ver en numerosas ciudades.
- Creatividad o espectacularidad del diseño. A todos nos impresiona ver una estructura tan especial y creativa como la del museo Guggenheim o la Casa da Música de Oporto.
- Sentimientos y sensaciones que me transmiten. Este tercer criterio es el más personal pero el que más valoro. Creo que la sensación de soledad y de tristeza que genera el Monumento a las Víctimas del Holocausto es indescriptible.
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