jueves, 28 de octubre de 2010

Reflexion en paralelo_ Laura Cimiano Prados

SMOKE

Un safari, “de la escuela a tu casa”. En cierto modo podríamos decir que fue entonces cuando realmente comenzamos el curso y la asignatura de proyectos. Nuestros ojos comenzaron a abrirse y poquito a poco, foto a foto, fuimos componiendo orgullosos lo que sería nuestro primer trabajo. Un trabajo, que como más tarde veríamos en clase, para nada se asemejaba a aquello que los profesores nos había mandando. Unos a uno, nos dimos cuenta de nuestros errores.

Habíamos comenzado a andar hacia nuestras casas buscando algo que nos llamara la atención, que nos transmitiera o nos hiciera sentir algo diferente. Sin embargo, andábamos con los ojos entreabiertos y muchos de nosotros sin tener una idea clara que llevar a la práctica. Fue entonces cuando nos recomendaron varias películas, una de las cuales a mi me ayudó enormemente a encarrilar el nuevo safari: Smoke.

Dicen que todo comenzó del siguiente modo: En 1990, el escritor Paul Auster publicó en el "New York Times" un relato titulado "Cuento de Navidad de Auggie Wren", en el que narraba la historia de un dependiente que cada mañana, precisamente a las ocho en punto, toma una fotografía de su pequeño rincón en el mundo, una tienda de tabacos situada en la esquina entre la Calle 3 y la Octava Avenida de Brooklyn. Esta pequeña anécdota fue el germen del guión de Smoke, la primera aventura cinematográfica de Paul Auster, que escribió para el realizador Wayne Wang.
En torno a este microcosmos situado en el corazón de Brooklyn se desarrollan las pequeñas historias de un puñado de personajes solitarios cuyas vidas parecen marcadas por el azar. Trata sobre todo de la necesidad de narrar historias, de dar a los personajes una oportunidad de contarse cosas los unos a los otros".

Sin duda ésta fue una película que me marcó enormemente. Si tuviese que explicar de nuevo qué nos pedían los profesores con el trabajo, tendría muy claro qué escena elegir para ello:
http://www.youtube.com/watch?v=vDNQWpAx4uo

“No lo entenderás si no vas más despacio amigo”. Por supuesto que no lo entendíamos. Nos habíamos lanzado a la calle con nuestras cámaras dispuestos a echar millones de fotos, pero no nos habíamos parado a pensar, a observar. Íbamos muy deprisa, incluso ni mirábamos los edificios. Los veíamos, les echábamos una foto, pero no lo contemplábamos.

“Son todas iguales y a la vez distintas”. Eso nos pedían ahora, no un catálogo de arquitectura. Nos pedían un tema en común para todas nuestras fotos, abrir un poquito más los ojos, la imaginación y poner a maquinar nuestras cabecitas hasta ahora dormidas y acomodadas. Andábamos ciegos por la calle tomando fotos allí y acá, pero sin querer expresar nada, sin tener una idea clara.

Es entonces, cuando abres un poco más los ojos (aunque aun no hayamos despertado del todo), cuando te das cuenta de mil cosas que siempre han estado ahí, cosas que no habíamos percibido antes y que ahora ves. Definitivamente estábamos ciegos.

A pesar de todo, la parte de la película que más me gustó fue el cuento de navidad. ¡Qué paradoja! Estoy hablando de nuestra ceguera, del deseo a dejarla de lado y abrir los ojos por completo para ver más y sin embargo, la escena que más me gusta es aquella en la que una abuela decide ser ciega (de modo figurado), y digo “decide” porque aunque es cierto que padece una enfermedad que le impide ver, esta enfermedad no le imposibilita reconocer que aquel hombre que llama a su puerta no es su nieto, y aun así, ella decide engañarse a sí misma para ser feliz.

Sin duda es una escena preciosa y entrañable aquel abrazo entre ambos, un abrazo que ha conseguido emocionarme, un cuento y una película que ha logrado conquistarme.
http://www.youtube.com/watch?v=9xbNrX-kYzI&feature=related

1 comentario: