Para crear una guía Michelin, diseñar una casa… hay que partir de un encargo, en el que debemos de tener en cuenta una serie de factores. A quien va dirigido, quién la financia, medios de los que disponemos para su realización…
Otro punto importante es la intención con la que realizamos la guía, qué objetivos queremos alcanzar con ella, ésta puede ser encargada por un organismo internacional, nacional, regional, provincial, interesados en la gastronomía, motociclismo… y cada uno tendrá unos objetivos distintos. Por lo tanto hay que tener en cuenta para el desarrollo de la guía qué intereses y qué objetivos pretender conseguir con la realización de la misma.
Personalmente destacaría como idea central de la realización de la guía, el valor que tendría la sostenibilidad, tema tratado en reflexiones paralelas anteriores, en la que se busca una arquitectura basada en el equilibrio y la armonía entre la ecología y la tecnología. Podemos decir que la sostenibilidad es el conjunto de “cosas” que permiten que se pueda mantener la vida ahora y en el futuro para todo el conjunto de los seres vivos. En un planeta ambientalmente sostenible, no se pueden arrancar los bienes de la tierra por encima de la capacidad que la propia tierra tiene para regenerarlo, ni se pueden generar residuos por encima de la capacidad del planeta para actuar como sumidero. Bajo el prisma de la sostenibilidad es muy importante la consideración de los límites del planeta.
Además pretendemos que ésta no perjudique al medio ambiente y que los sitios que incluimos en nuestra guía se encuentren en lugares que no afecten de forma agresiva a éste. No vamos a incluir en nuestra guía un sitio, en el que en su lugar había un bosque y para su construcción se ha destruido. En definitiva, lo sostenible es lo sencillo, lo austero y se contrapone al consumo desenfrenado, al mundo de la moda, al mundo de la publicidad que buscan hacernos sentir de una forma determinada, para luego vendernos un producto que les interese.
Por otro lado, también pienso que en mi guía Michelin valoraríamos muy positivamente la arquitectura del siglo XX y XXI, ya que normalmente se suelen visitar monumentos antiguos que ya tienen valor por sí solos, por el hecho de su larga existencia. Pongamos el ejemplo de un viaje a París; el turista que va visita la torre Eiffel, el museo del Louvre, el arco del triunfo, Notre Dame… entre otras cosas, y la mayoría de las veces no nos paramos a observar las viviendas del centro de la ciudad o el museo de arte contemporáneo por ejemplo. Veo una oportunidad en mi guía para darle valor a arquitectos más contemporáneos, a los nuevos, ya que debemos aprender a valorar sus obras, que al igual que los antiguos, pueden llegar a alcanzar la misma importancia que éstos poseen hoy día.
A pesar de todos los criterios que utilizaría para realizar mi propia guía Michelin, pienso que lo más importante de todo viaje lo debe de decidir el viajero orientado por su interés personal y que en este caso la guía es simplemente una ayuda, no hay que tomárselo como una ley. Pues como dije al principio la guía es determinante de los intereses de la persona que lo ha mandado a realizar. No queriendo decir que el contenido de ésta sea lo verdaderamente importante y lo único interesante, como dije anteriormente simplemente es una guía, la última palabra la tiene el viajero.
Ana Pacheco García G 1.11
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