miércoles, 10 de noviembre de 2010

Criterios para otra guía michelín. Andrea Rubio.

Criterios para otra guía michelín

Pensar en que criterios añadiría para incluir un edificio en la guía Michelín, no es nada fácil. Y digo añadir, porque considero que los criterios en los que actualmente se basan los editores de dicha guía, consiguen un resultado que satisface plenamente a un elevado número de usuarios.
Tras la polémica surgida en clase el pasado día cuatro de noviembre, principalmente sobre la antigüedad de los edificios para ser tenidos en cuenta como dignos de visitar y cómo obras nuevas o menos antiguas, a pesar de contar con la admiración de gran cantidad de visitantes, no forman parte de la guía Michelín. Esto es difícil de entender. Por eso considero que un criterio que se podría añadir sería, precisamente, el número de visitas que un edificio, una plaza, un parque, una calle… recibe. Creo, que si un lugar es muy visitado, es que tiene “algo especial”, que de mil formas diferentes, según los ojos que lo miren, llega a comunicar, a emocionar, a impresionar a esos ojos que lo observan y admiran.
Siguiendo un poco con la controversia entre antigüedad y novedad y después de leer en el blog “Visitas enfrentadas”, decidí realizar la visita a los dos edificios mencionados, aunque de momento, todo sea dicho, esta visita haya sido vía internet. Tras ver varias veces las galerías fotográficas, me di cuenta como el hotel recrea en los distintos espacios que lo conforman, muchos de los motivos ornamentales del Alcázar, como los dibujos de los azulejos, incluso hasta en los cabeceros de las camas. La piscina de la terraza, por su forma rectangular, por sus dimensiones y yo diría que hasta por su ubicación, para que se refleje en el agua la catedral, quiere parecerse al estanque del pato de las Doncellas. Es como si todos los espacios del hotel estuvieran recordándote en todo momento que estás en Sevilla y no en cualquier otro lugar. Estos y otros detalles, me llevan a reflexionar y a creer que cualquier obra, sea del tipo que sea, tenga la finalidad que tenga, debe cimentarse, nunca mejor dicho, en la historia, en la luz, en el sabor, en el olor, en el color, en definitiva, en la vida del lugar o ciudad donde se construya.
Es cierto que arquitectos contemporáneos, con obras maravillosas mundialmente reconocidas y muy visitadas, que gustan y satisfacen las expectativas de miles de visitantes muy diferentes entre sí, no están incluidos en la guía Michelín, criterio para mí más que suficiente para que fueran mencionados. Pero como se suele decir, el tiempo todo lo pone en su sitio, y estos arquitectos que han dejado en sus obras su innovadora forma de entender y disfrutar la arquitectura, además de su “alma”, pronto tendrán su “sitio” y la “antigüedad” necesaria para estar en esta famosa guía.

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