Cuatro meses. Catorce clases. Cincuenta y seis horas. Eso son dos días y medio completos e íntegros de Proyectos1. Los resultados parecen intensos, pero me equivocaría al afirmar que esta asignatura ha sido como las demás. Porque por dar, no dábamos ni clase, no se podían llamar estrictamente “lecciones” de proyectos. Cada semana tenía un morboso misterio al que todos temíamos y al que intentábamos enfrentarnos con sumisión. ¿Tendré aprobado este trabajo? En Proyectos eso no importa, la misión es que tú mismo aprendas de tu eficiencia.
Las presentaciones tenían muy poca relación básica entre sí y por ello era mucho el jugo que se podía sacar de cada una. El lema y principal objetivo de nuestros cuatro profesores quedó bien claro desde el primer día: “tenéis que desaprender lo aprendido”. Es decir, se acabó de ver la arquitectura como un rascacielos altísimo, se acabó de fotografiar espacios modernísimos con la última tecnología… El mundo de la arquitectura va mucho más allá, es muy más profundo y consolador, tiene mucho más sentido y piensa bastante más en las personas.
Quizá podríamos haber empezado la carrera con ilusión (inocente), pero pronto nos dimos cuenta de lo generalista que era nuestra visión arquitectónica, supimos que no llegaríamos lejos si no nos desechábamos de nuestra propia “guía Michelín”, pues somo el futuro constructor de mañana.
Unos días la tarea inspiraba más, otros días se acumulaba el trabajo, otras entregas eran demasiado ambiguas, otras vísperas se te iban las horas espiando por el blog, otras semanas pasaban sin quererlo… Y sin embargo, los conocimientos adquiridos a lo largo de estos reiterados momentos han sido tan dispares pero tan puros que han calado en nuestro desconcierto y han conseguido que los tengamos presentes en otras asignaturas.
Cuando alguien externo preguntaba sobre arquitectura, te apetecía contarle todo sobre proyectos, la entrega de esa semana, lo diferentes que eran las cuatro horas, lo cómodo que era el ambiente… Pero desistías al saber que no iban a comprenderlo, no iban a asimilarlo. Las experiencias de proyectos son sensaciones que tienes que vivir por ti mismo, entre otras cosas porque tienen un impacto muy diferente según el tipo de persona. Y es justamente este curioso hecho el que hace que poco a poco me haya ido interesando por Proyectos1 descaradamente más que del resto de asignaturas, y es por su programa tan fuera de lo común, que te pide que des lo mejor de ti mismo y que tiene un contacto personal más allá del sentido de la arquitectura.
Ojalá todo lo que he asimilado en este breve período perdure en mí para siempre, porque sé que sin ese sentido de belleza arquitectónica tan humano no podremos convertirnos en día de mañana en arquitectos satisfechos con nosotros mismos. Si construimos el mañana, construyámoslo concienzudamente y pensando por encima de todo en las personas y su adecuación al espacio creado.
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