En base a mejorar nuestro hábitat, que al fin y al cabo es nuestra intención, se proponen varios principios sostenibles con el fin de acotar unas normas para el equilibrio ecológico, y dichos principios los ha adecuado la constructora Holcim con la intención de promover un nuevo pensamiento arquitectónico: se insiste en edificios sin emisión de carbono, sin producción de residuos, con materiales locales, con cierta fluidez respecto al hábitat rural, llenos de cultura y patrimonio históricos, en pos de la equidad y del comercio justo, y que evidentemente ayuden a la persona a encontrarse a gusto en ellos y por lo tanto ser feliz.
El pensamiento general en este aspecto de la arquitectura supone saber abarcar con facilidad estos ámbitos y crear una arquitectura suficientemente acorde. Pero no sólo se necesita esa visión sostenible para crear en Naturaleza. La sensibilidad es el aspecto más necesario, pues hay que comprender que un trabajo mal hecho daña nuestro entorno y debemos salvarlo. Por ello una creación sostenible no se debe hacer a la ligera, sino tras haber hecho una serie de estudios y reflexiones reales.
Es por ello, por esta falta de interés humano, por lo que la Fundación Holcim decidió impulsar un concurso de proyectos sostenibles en que se premiaban entre otras cosas la innovación y la transferencia, el estándar ético y la equidad social, las prestaciones económicas y la compatibilidad, pero sobre todo el respeto por el entorno y el impacto estético. Cumpliendo estas rigurosas reglas, las propuestas fueron variadas y originales, pero todas sostenibles. Ahí no quedó el concurso: todos sus participantes, fuertemente interesados por esta desconocida forma de arquitectura, empezaron a tomar conciencia de la posibilidad de creación no-nociva y la reducción de contaminación, hechos posibles gracias al estudio y tratamiento de otros materiales, sin costes exagerados o dificultad de construcción.
De manera que para concluir, hemos de estar más que concienciados de que vivimos en un momento difícil para el mundo, pues la población aumenta y los recursos escasean, se ha de empezar a economizar, a reducir, a reusar, en conjunto, a ser ecológicos. Con que nosotros portemos nuestra pequeña ayuda y divulguemos este posible cambio del planeta, habremos conseguido mucho bien para la salud terráquea, quedándonos sólo lugar para el desarrollo de esa arquitectura sostenible. Tampoco es recomendable la `postura extrema y negativa de cualquier forma de actuación, o pensamiento demoledor del futuro de la Tierra, como expone en sus conferencias el biólogo americano Al Gore. El planeta sufre, es cierto, pero nos tiene a nosotros para que luchemos por él, y discutir sobre si la capa de ozono tiene un agujero más o menos grande o si los huracanes arrancan o no montañas es un debate insignificante que de ninguna manera aporta un apoyo positivo. Si se quiere conseguir algo, se actúa; pero hay que tener claro que quien algo quiere, algo le cuesta.
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